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son vuestros pecados los que crean un abismo
entre vosotros y vuestro Dios;
son vuestros delitos los que hacen
que oculte su rostro y no os oiga,
por no veros ni oíros.
Están vuestras manos repletas de crímenes,
vuestros dedos tintos en sangre,
vuestros labios hablan en falso,
vuestra lengua musita maldades.
Nadie recurre a la justicia,
nadie pleitea con lealtad;
se basan en naderías y dicen falsedades,
se preñan de injusticia y paren maldad.

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